martes, 1 de octubre de 2013

Lo que te sostiene

Todo en la vida cambia y evoluciona. Si ponemos empeño, cambia hacia caminos que podemos desear, planear o prever. Pero también hacia senderos que nos sorprenderán por imprevistos. Nada se está lo suficientemente quieto. 
En ocasiones, nos gustaría que las cosas no se movieran de donde están. Se convirtieran en instantáneas fijas. O quizás, en vídeos reproducidos en bucle. Porque nos sentimos bien viviendo en ellos. No queremos que nada cambie. Son esos momentos que hemos logrado conquistar. 
Pero la vida cambia y las circunstancias más. Y pobres de ellas que no lo hagan. Todo cambia y en la fuerza natural que está en cada uno de nosotros, existe el modo de paliar el daño que nos produce que una circunstancia que no nos gusta se decida a apedrearnos. 
La vida es esto. 
Obviamente, la vida tiene muchas otras cosas que no forman parte del objeto de esta entrada de blog. Pero la vida, innegablemente, es adaptación y superación del cambio. 
Nosotros decidimos cómo tomamos nuestras decisiones, con el mejor conocimiento que tenemos sobre nosotros mismos. Es así. Somos nuestro dios y nuestro demonio, nuestro fiscal y nuestro defensor, nuestro mayor apoyo y nuestro peor impedimento. 
Pero creo que solos, solos, lo que se dice solos no podemos enfrentarnos a nada nunca. 
Todos tenemos alguien o algo en qué sostenernos. Puede que sea algo pequeño y fugaz, como la sonrisa de tu hijo, la llamada de un hermano, el chiste de un amigo, un whatsapp de grupo, una escapada a la montaña, la sonrisa que te provoca quien sabe provocarte, una caricia de tu pareja. En fin, miles y miles de cosas. Puede ser algo o puede ser la combinación de muchas. 
En mi caso, lo que me sostiene es el amor incondicional  de las personas que me rodean y que me aman sin medida. Y con "sin medida" me refiero a que la única condición que me ponen es que les enseñe quien soy de verdad. 
Así que lo único que puedo hacer y me propongo hacer es devolvérselo con la misma intensidad. Y eso me da la paz. 
Me he convertido en un coleccionista de gestos. De esos gestos con los que eres obsequiado sin pedir nada a cambio. De esos gestos, que te hacen creer que la única maldad humana es la que se ve por el televisor. Gestos de las personas que te ofrecen quienes son para darte cobijo. 
A veces la gente me tiene por una persona fría, callada, reservada, distante, tímida e impasible. Como si viviera escondido en un témpano de hielo. 
Quizá no saben, que tengo una cámara fotográfica por alma y que, por recovecos de mi mente, guardo álbumes enteros de fotos, con momentos e instantes en los que un gesto, por pequeño que sea, me ha llenado el corazón. Y esa alma fotográfica ama con ardor a todos aquellos que me aman. Si llegué a ser un hombre de hielo, hace tiempo que me descongelé.
Los que me quieren es lo más valioso que tengo y es lo que me sostiene. 
Creo que cada uno tiene que encontrar aquello que le mantiene en pie. Cada cual sabrá que es, pero sí creo que en todos los casos se debe cumplir una condición: Lo que te sostiene vive en el presente y es futuro. Nada que haya quedado en el pasado puede sostenerte ya. 
Lo que te sostiene te da la fuerza que necesitas y que, unida a la tuya propia, te impide caer y te hace indestructible. 
Lo que te sostiene te abraza.
Estos  días he recibido muchos abrazos físicos, virtuales, mentales, por mensaje, de voz. A todos los que estáis ahí, que sepáis que estáis en mi álbum de fotos. 
Y he visto abrazos por todas partes, por las calles, pintados, garabateados, en imágenes, en vídeos musicales. 
De éstos últimos me quedo con éste, que expresa perfectamente lo que os quiero transmitir.
Dibujo de Ricardo Siri Liniers



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